1 Juan 3:20
"pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas".
Me resulta hermoso este versículo, incluso lo remarque cuando leía la biblia. Realmente he sentido en mi interior una constricción cuando no me siento conforme con alguna acción que he hecho o he dicho o he pensado.
Podría incluso atribuir la localización de esa contrición, al órgano que se encuentra dentro de mi denominado corazón. Al final todo el simbolismo de esa imagen de representación de esa parte del cuerpo tiene un gran significado.
¿Quién se ha sentido conforme con cada una de las cosas que ha hecho en su vida? Me atrevo a suponer que nadie, al final a lo largo de nuestra vida no encontramos envueltos en un proceso de continuo aprendizaje, y cuando se aprende algo es porque ese conocimiento no se encontraba en nosotros, lo cual aumenta en gran manera la probabilidad de equivocarnos para poder aprender.
También hay que tener en cuenta que el equivocarse, no es precisamente la única forma de aprender, pero al involucrar emociones, es definitivamente una forma muy certera de hacerlo.
Entonces es así, como nosotros mismos podemos identificar una represión propia hacia aquello que consideramos, inapropiado, inadecuado, a lo que concebimos como nuestro marco referencial de vida, como nuestra pauta de lo correcto e incorrecto, permisible y no permisible en nosotros mismos; a nuestro ideal de ser. Y cuando accionamos a una manera contradictoria a quienes suponemos ser, deseamos ser, o tenemos provisto como ser, sentimos estar fuera de lugar.
Declino por nombrar ese ideal de ser, como parte de nuestra consciencia, como parte de la propia consciencia que Dios ha depositado en nosotros y que de alguna forma, al transcurrir del tiempo, podemos ir moldeando y forjando.
Así es como este versículo, me hace reflexionar que si en nosotros mismos se encuentra ese mecanismo para autoregularnos o percibir aquello que nos aleja de nuestro ideal de ser, o se contrapone a nuestra consciencia, así mismo debemos entender que mayor que nosotros mismos es Dios, y es a Él a quien tenemos que dar cuentas, porque somos creación suya, porque bendición es que nuestro destino este ligado al propósito que tiene para nuestras vidas.
Este versículo me confirma las cualidades de Dios, entre ellas su omnisciencia, porque tenemos un Dios que todo lo sabe, que todo el poder y la gloria es suya. Omnipresente, omnisciente y omnipotente, junto a todas las millones de definiciones y atributos que posee nuestro Rey de Gloria.
Este versículo también me hace comprender que es en sí mismo Dios quien nos reprende cuando sentimos ese estremecer de nuestro corazón, ya que el habita en todo nuestro ser, él esta sentado en el trono de nuestro corazón, y somos materia formados por él. Es quien soplo de su aliento en nuestras narices y nos dio vida.
Verdad y belleza en unas palabras, esto es lo que viene a mi mente cuando leo esta breve oración y me acerca cada vez más al único creador del universo.